Le agarré de los brazos y zarandeándole le repetí, otra vez, una a una las palabras de la misma pregunta. De nuevo, no obtuve respuesta pero, esta vez, su cuerpo sí reaccionó.
Y justo en el momento antes de soltarle, comprendí que lo qué callaba era justo lo que yo no quería oír.
Me ha gustado mucho. Mi madre siempre dice, no preguntes si no quieres que te respondan.
ResponderEliminarSaludillos
Hola Puck,
ResponderEliminarmuchas gracias !
cuánta razón tiene tu madre!
un besazo y feliz Navidad !
Alguna vez me ha dado miedo hacer una pregunta de la que intuía la respuesta.
ResponderEliminarBesos, Ingrid